Hoy, y después de una larga espera, ha llegado a mis manos en calidad de préstamo un libro del cual su anterior lector me ha referido a medida que lo iba leyendo muchas anécdotas, curiosidades y hechos “deshechos” de la Historia Argentina. Que tan poca importancia le damos y a los chicos les cuesta horrores estudiar. Se trata de “Los mitos de la Historia Argentina 2: de San Martín a El granero del mundo”, del famoso (amado y odiado en partes iguales 😅) historiador Felipe Pigna, Editorial Planeta.
Un buen libro, totalmente recomendable, ideal para leer en el subte o antes de irse a dormir.
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Un poco de Historia Argentina
Para ser sincera, confieso que en mis épocas de colegiala no me gustaba estudiar la historia local. La encontraba terriblemente aburrida y sin sentido. Mi profesor del secundario de la mencionada materia era don José Menéndez, a quien siempre reconocí como el profesor con más onda del colegio. De su prosapia podía pasarme horas escuchando las lecciones de historia antigua mientras mis compañeras se limaban o pintaban las uñas y resoplaban esperando que sonara la campana del recreo.
Pero… cuando llegamos a la Historia Nacional, no aprobé el examen. Esto le llamó la atención al mencionado profesor, ya que yo era una de las alumnas que sobresalían en la materia, y a cuya pregunta yo respondí:
“La verdad es que la historia nacional me resulta un embole, no me entra en la cabeza, el bocho no me dá y no sé qué hacer”.
A lo cual él me respondió “No es cierto eso de que el bocho no te dá, porque si te acordás de la cantidad de metros y años que llevó construir la pirámide de Gizah, bien podés estudiar la historia argentina. Hacé el esfuercito y cualquier duda que tengas preguntame. Nos vemos en el recuperatorio.”
Y con este pensamiento me fui a casa. Así fue que la cabeza me hizo click. Tuve que adaptar la imaginación a la historia local, y así Antonio Banderas fue Manuel Belgrano (sutileza), Sean Connery fue San Martín y Tom Cruise fue Rivadavia, todos dirigidos por Pedro Almodóvar. Ah sí, tremendo casting me había mandado, pero santo remedio. Aprobé el examen recuperatorio de Historia Argentina con un AMS (aprobado muy satisfactoriamente). Y nunca más me volví a llevar la materia hasta el 5to. año.
Un granadero llamado Baigorria
Pero, volviendo al libro en cuestión, aquí transcribo un pasaje que me pareció muy interesante. Primero porque el recuerdo de la Marcha de San Lorenzo me trajo gratos recuerdos de las diabluras de la escuela primaria. Segundo, porque damos por hecho que el heroico Sargento Cabral salvó al General y murió cubriéndose de gloria, pero… no. No fue tan así. Fue el granadero Baigorria quien salvó primero al General, y pereció también en combate. Pero no se lo menciona en la marcha y apenas se lo nombran en los libros de historia de la escuela. Tremenda injusticia pero bueno, la historia nacional, en sus diversas revisiones siempre da la oportunidad de reivindicación por las omisiones pasadas.
San Martín […] instaló su cuartel general en el convento de San Carlos, cerca de la posta de San Lorenzo. […] En la mañana del 3 de febrero de 1813 cuando febo asomó y unos 300 realistas desembarcaron para realizar sus habituales tareas de saqueo. Pero esta vez la cosa sería distinta: San Martín ordenó un ataque envolvente y los enemigos fueron empujados hacia el río. […]
En medio del combate, la vida del jefe corrió serio peligro. Su caballo, que como se sabe no era blanco sino bayo, cayó herido aprisionándole la pierna y dejándolo a merced de cualquier atacante. Cuentan que justo cuando un enemigo iba a clavarle la bayoneta, el granadero Baigorria lo madrugó y lo atravesó de lado a lado. Baigorria murió heroicamente y el soldado negro Juan Bautista Cabral, correntino como San Martín, pudo liberarlo y salvarle la vida. […] El objetivo militar había sido cumplido: defender el Litoral desde Zárate hasta Santa Fe. […] Políticamente, el triunfo de San Lorenzo aumentó el prestigio de San Martín y disipó todas lsa dudas de quienes, como Rivadavia, desconfiaban de su larga permanencia en los ejércitos españoles.
Febo asoma
Que distintas hubieran sido nuestras infancias y nuestros entusiasmos patrióticos si antes de enseñarnos de memoria la Marcha de San Lorenzo nos hubieran explicado por qué se libró aquel combate y qué intereses estaban en juego. Pero por sobre todo, qué demonios querían decir con “Febo”.
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La Marcha de San Lorenzo
La compuso el autor uruguayo Cayetano Silva. Se estrenó en Rosario el 30 de octubre de 1902 durante la inauguración del monumento al general San Martín. En 1908, el profesor Carlos Benielli le incorporó la letra que hoy todos conocemos y es la que se canta en los actos escolares. Hay una anécdota –difícil de confirmar– que cuenta que, cuando las tropas alemanas de Hitler entraron a París en 1940, lo hicieron al ritmo de la música compuesta por Silva. Lo cierto es que la marcha alcanzó fama mundial y es interpretada por las principales bandas militares del mundo.
Gracias por la informacion, es algo que realmente queria conocer y me divirtio mucho. Saludos. Andres R.